lunes, 27 de enero de 2014

Capítulo 2

Capítulo 2...

Dicen que como las olas del mar enredadas con las caracolas de Alfonsina, van y vienen caprichosamente los “nacionalismos”, en su intento de revalorizar el ser colectivo, para volver a alcanzar el nivel de plenitud con esperanzas.
Todo nacionalismo, del signo que fuere, es terapéutico (restaña viejas heridas para en su devenir causar las nuevas), y a la vez es un bálsamo para el alma social en su gestación de identidad entre el hombre y la tierra.
Es a esta identidad a la que llamamos “nacionalismo o alma nacional”, una orgullosa conciencia del ser popular en su dimensión histórica.
Así presentado a grosso modo, vayamos al nuestro…
En los albores, el hombre de bronce holló la tierra roja observando el cálido cielo azul, donde de tanto en tanto y volando en círculos, se apreciaba la grandeza del águila más poderoso de la Tierra, al cual llamaron Taguató Ruvichá, como expresión de tanta plenitud.
Durante siglos nada faltó en este hábitat singular e inconfundible; ni siquiera los grandes y pequeños traumas que certificaban la ley de los ciclos, como también aconteció en todos los rincones de la Tierra.
Así  se sucedieron desangres, anemias y empobrecimientos traducidos en sufrimientos somatizados, para albergar en su telaraña vivencial gérmenes indiscutibles de esperanza.
Así, las heridas y traumas iban, y los desplomes y lamentos venían; hasta que los primeros cantares de esperanza iniciaron la curva ascendente creando conciencia.
No bastaron la Guerra Grande y la Guerra del Chaco, ni las infamias de propios y extraños, para impedir que la naturaleza toda, tierra, bosques y ríos despertaran al amparo de las alas desplegadas del águila más poderoso de la Tierra.



LA ORACIÓN DE UN ÁGUILA


Si ya no existiera una esperanza,
me alejaría montando el silencio
de este grave y rancio atardecer,
en el abrazo suave de ese viento
que ya ni queriendo sabrá volver.

Pero ten por seguro que con gran
alegría, enmarcada en la lejanía,
tus glorias me harían recordarte,
y aunque se vaya el sol cada día 
nunca jamás yo dejaría de amarte.

Por ello bato mis alas, y porque
nací para insistir en el reclamo
de tierras que abarcan mi mirada.
¡Todas son tuyas mi Patria amada,
 y te las devolveré porque te amo! 

Llora, llora Urutaú en la rama del Yatay;
el águila también se lamenta expectante,
sin dejar de soñar con días mejores.



Patria querida

Tu sol languidece hoy, patria amada,
y tus hijos sin quererlo se atontaron,
cuando en tu recia espalda clavaron,
la vil daga que te hiciera desdichada.

De poderosa nación, te hicieron nada,
cortando el vuelo del águila imperial,
que mortalmente herido en su costal,
perdióse rodando en la hondonada.

Sigue tu majestad gravemente mancillada,
porque inexplicablemente todos olvidaron,
que millones orgullosamente marcharon
a defender tanta grandeza, ya pasada.

Cenizas quedan donde hubiera fuego,
para la gloria de Dios y la bandera,
de valientes que buscando primavera,
perdiéronse en el ayer para volver luego.

Y se enfrían ya las cenizas de aquel fuego
porque todos contra todos arremeten,
sin saber que el crimen que cometen,
nos hace carne de cañón para morir de nuevo.

¡Oh Dios! Mantén muy en alto al brazo fiero,
para alejar el temor y la duda del guerrero,
que lleno de graves injurias, pero entero,

sabe que por siempre LA PATRIA ESTA PRIMERO.




“PARAGUAY” nació gigante,
nunca se habrá de acabar,
por eso te quiero contar
cómo moverte en adelante.

En la calidez de tu alma,
guarda tu patria querida,
que aunque muy malherida
sobrevive en paz y calma.

Ya jamás dejes tu puesto,
y sé fiel en la grandeza
con fiero amor y firmeza.
EL ÁGUILA ESTA DISPUESTO…

TAGUATO RUVICHA
reclama sus tierras,
Tus tierras, NUESTRAS TIERRAS.




Todo movimiento busca el reposo
como el vuelo del ave, una rama.
Nación que vive, a gritos clama
por un futuro grande y generoso.

No se trata de un simple antojo
el que hoy reclame esas tierras.
ellos me enchufaron dos guerras
y nunca asimilaré tanto despojo.


G.E.B.Y  86.231
769/82

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